¿Qué es el apego seguro y cómo fomentarlo en mi bebé?
Vas a hacer muchas cosas por tu bebé, pero una que debes hacer desde el primer momento es garantizarle una infancia sana y una adultez serena. ¿Cómo? Muy sencillo, con el apego seguro, el vínculo emocional que vas a establecer con tu bebé que determinará cómo será el día de mañana.
La vida está llena de emociones, pero pocos sentimientos son tan intensos como los que una madre y un padre sienten por su bebé recién nacido y conforme van pasando las semanas y los meses esa vinculación emocional va aumentando.
Por su parte, los bebés están preparados biológicamente para establecer vínculos con la o las personas que lo cuidan, así, durante los primeros meses de vida se crea una relación de cariño tan especial, intensa e incondicional que harás cualquier cosa por él.
Teoría del apego de Bowlby
A esta relación única y tan especial de la que hablamos es a lo que se le denomina vínculo de apego.
Un concepto que tiene sus orígenes en las teorías de Freud sobre el amor y que años más tarde el psicólogo Jonh Bowldy verificó con su Teoría del Apego (1979) que constituye la investigación más profunda que se ha realizado hasta la fecha sobre este tema.
La formación de un vínculo de apego adecuado durante la infancia es la base de un desarrollo emocional equilibrado y ayudará a tu peque a establecer relaciones positivas con los demás y a afrontar con mayor o menor seguridad los retos que le esperan a lo largo de toda su vida.
Es probable que ya supieras la importancia que tiene el apego, pero puede que te preguntes por qué es tan importante y qué puedes hacer para fomentar un apego seguro.
En este post te vamos a aclarar todas tus dudas explicando sus etapas y cómo puedes establecer un buen apego con tu bebé.
Ideas clave para favorecer un vínculo de apego seguro
- Disponibilidad y sensibilidad: el bebé tiene que saber que estás disponible pase lo que pase. Saber interpretar lo que necesita y responder de manera satisfactoria a sus necesidades es clave.
- Permanecer cerca del bebé: estar cerca de tu hijo desde el principio favorece el apego por este motivo se fomenta la piel con piel cuando das a luz, el colecho, porteo… Tu bebé necesita percibir tu cariño y sentirse seguro y protegido. Evita las separaciones largas durante los primeros meses de vida.
- Manifestar expresividad: los bebés perciben las emociones por eso intenta ser expresiva cuando abrazas, acaricias, besas, le haces reír o le consuelas. Los gestos son muy importantes por eso sonreír a tu bebé cuando te diriges a él es muy importante.
- Cogerlo en brazos: fundamental, el contacto de tu piel con la suya le trasmite amor, serenidad, bienestar, seguridad… Así se va familiarizando con tu olor y tus caricias.
- Mirarlo: si, lo has leído bien, mirarlo a los ojos mientras estás con él, mientras lo cuidas y le hablas cariñosamente. A las semanas de nacer el bebé va viendo con más claridad a corta distancia, pero a los dos meses empezará a ver con nitidez, aunque estés más lejos y eso le encanta. A tu bebé le gusta mirarte y explorar tu cara, tocarte y disfrutar de tu olor. Así que razón de más para mirarlo y disfrutar juntos.
- Evitar la sobreprotección: una cosa es fomentar el vínculo emocional y otra sobreprotegerlo, además esto afecta al desarrollo del bebé. Deja a tu bebé que explore lo que hay a su alrededor, fomenta su autonomía para que se dé cuenta de las cosas que puede hacer sin tu ayuda pero que sepa que estás cerca para apoyarlo cuando lo necesite.
- Háblale cariñosamente: cantar y hablar de forma dulce y cariñosa es muy bueno porque le ayuda a percibir los sentimientos y emociones que transmiten tus palabras.
- Aprovecha las rutinas para mostrarle tu cariño: el día está lleno de rutinas, el baño, la comida, la hora de vestirse, el paseo, etc. Demuéstrale en todos esos momentos tu cariño y cuánto lo quieres. Es fundamental que se sienta muy querido.
- Ten expectativas adecuadas a su nivel de desarrollo: conocer los comportamientos típicos de cada edad te ayudará a ser realista y saber qué puedes esperar de tu peque, qué estímulos le puedes ofrecer y qué límites puedes poner.
En resumen, lo más importante es que establezcas con tu bebé un vínculo de cariño y cercanía que le ofrezca seguridad y confianza. Responder a sus necesidades y consolarlo cuando lo necesite.
¿Cómo se forma el vínculo de apego?
El vínculo de apego se genera desde muy pronto, durante los primeros meses de vida, pero no es algo que se cree de manera automática si no que se establece poco a poco gracias al afecto y el cariño que se impregna en las relaciones cotidianas entre el bebé y las personas que lo cuidan.
Los padres son los máximos responsables y tienen un papel fundamental para que se establezca un vínculo de apego saludable. Los bebés cambian mucho durante los primeros años por eso se establecen varias etapas en la evolución del vínculo de apego.
Etapas en la evolución del vínculo del apego
- Seis primeras semanas de vida: los bebés nacen con predisposición a relacionarse y muestran preferencias por voces y caras. En esta etapa reconocerán quién o quiénes son las personas a las que se apegará.
- Desde que nace hasta los tres meses: en esta etapa el bebé manifiesta su preferencia por la persona que lo cuida. Normalmente suele ser la madre quien cubre sus necesidades, quien le atiende cuando llora, tiene hambre o lleva el pañal sucio. En esta etapa se crean las bases del vínculo de apego que empieza a unir de forma especial.
- De los tres a los seis meses: esta fase es la de formación del apego, cuando el bebé empieza a responder a sus seres queridos de forma diferente a como lo hace con personas extrañas. Se siente tranquilo y seguro con su cuidador y se muestra incómodo cuando no está cerca. Estos meses son clave para identificar a las figuras de apego y adquirir sentimiento de confianza basado en que cuando la necesita siempre está y responde a sus necesidades.
- Desde los seis meses hasta el primer año: etapa en la que el vínculo del apego termina de consolidarse. Cuando el cuidador se separa el bebé muestra su angustia llorando y rechaza a las personas desconocidas. Esto indica que el bebé ya ha creado un lazo profundo de afecto especial con las personas que lo cuidan.
- A partir del primer año: es la última fase del periodo de consolidación. Hay niños que a partir del año ya son capaces de estar en calma cuando sus cuidadores no están junto a ellos, pero a otros les puede llevar más tiempo. Normalmente en este periodo ya andan y se mueven de un lado a otro y en la mayoría de ocasiones ya no muestran tanta inquietud ante los desconocidos. Aquí el vínculo se vuelve más maduro, fruto del desarrollo emocional e intelectual del bebé.
- Después del segundo año: en esta etapa la relación de apego sigue cambiando, la intensidad es la misma, pero se manifiesta de manera diferente porque el niño o niña se ha convertido en una persona con la identidad más clara. Expresa cariño, busca ayuda cuando la necesita, tiene un papel más activo con las relaciones con los demás. Se pone de manifiesto todo lo aprendido con sus figuras de apego en los meses anteriores y se traslada a la manera de relacionarse con los demás mostrando confianza o desconfianza, autonomía o dependencia.
Acariciar, abrazar, besar, calmar, cantar y hablar son formas naturales de hablar con tu bebé y de tranquilizarle cuando está incómodo e inquieto. Esto es justo lo que necesita: disfrutar de tu compañía. Así se siente especial y querido y aprende a querer a los demás.
Patrones básicos del apego en la infancia
El psiquiatra John Bowlby y la investigadora Mary Ainsworth revolucionaron el mundo del psicoanálisis de su época con sus teorías del apego e identificaron tres patrones básicos de apego en la infancia:
- Apego seguro: cuando el niño muestra confianza y sabe que su cuidador principal (madre o padre) está cerca. El peque explora a su alrededor seguro de lo que hace y se relaciona con extraños porque se siente seguro mientras su madre está delante. Cuando sean adultos, serán personas seguras y confiadas que desarrollarán relaciones con las personas de forma sana y tranquila.
- Apego evitativo: cuando el niño trata a su madre o cuidador igual que a un extraño, es decir, la ignora y evita mostrar poca o ninguna ansiedad cuando se marcha o cuando regresa. Niños que no tienen satisfechas sus necesidades y tienen que valerse por sí mismos. De adultos, serán personas que se relacionen pensando que no necesitan ayuda de nadie para salir adelante.
- Apego ambivalente o resistente: el niño manifiesta mucha ansiedad cuando su madre o cuidador no está, llegando a pensar que lo han abandonado, pero cuando regresa se muestra resentido y no hay manera de calmarlo. En realidad, lo que siente es que su madre no está para cubrir sus necesidades, que no está disponible y por eso cuando regresa siente que ya no confía en ella mostrándose resentido y enfadado. Cuando sea adulto tendrá miedo a ser abandonado, a que sus relaciones se terminen y como consecuencia evitará vincularse mucho con los demás para no sufrir ni sentir dolor.
Para fomentar un buen apego en tu hijo no es necesario tenerlo entre algodones hay que dejarlo crecer, esforzarse y aprender poco a poco a ser independiente. Recuerda que hay dos ingredientes básicos y necesarios para crear un vínculo de apego: el cariño incondicional y la sensibilidad y eficacia para responder a sus necesidades.
Fuente: www.asociacionrea.org